De pronto te atraviesa un comentario que, por más que hayan 40° de calor, te congela las entrañas.
¿Debo acostumbrarme a ese tipo de comentarios?
¿Debo asumir la tarea de educar? ¿De enseñar que no soy una especie de epidemia humana?
Ojalá que no sea necesario.
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