"A ti igual. Hablamos." -se escuchó el grito que atravesó una paupérrima plaza de apenas unos metros, la que estaba bañada por una densa neblina. Movió la visera de su gorra snap de atrás hacía delante, para luego cubrirlo con el gorro de su polerón blanco que a la vez le servía de reflector. Sacó su teléfono y de entre las múltiples aplicaciones escogió la que grababa voces. Presionó rec.
"Estoy seguro que si mi vida fuera una película, sería de muy bajo presupuesto. Tendría el peor casting en la historia del cine barato. Pésimas ganancias (ni siquiera estaría en cartelera). El peor fracaso del director. Si mi vida fuera una película probablemente terminaría trasmitiéndose un día domingo ("domingo") por la tarde, en Chilevisión o en La red con una pésima calidad de señal.
Si mi vida fuera una película sería mi película favorita, y terminaría llorando con su final"
Caminaba rápido con una mezcla de frío, miedo, incomodidad y deseos de orinar. Sacó su teléfono -el antiguo- y el reloj marcaba las 21.37. -"Alcanzo a usar los baños públicos del supermercado" -pensó en voz alta.
En el supermercado poca gente había comprado, por el partido de fútbol que se sucedía y porque estaban a punto de cerrar. Había pocos funcionarios y los que habían estaban atentos mirando el evento deportivo en una TV que en realidad estaba a la venta. Sonrió de medio lado. -"Definitivamente mi vida es una película de bajo presupuesto" -pensó.
Al llegar a casa abrió su laptop y entre los marcadores del navegador presionó el que se titulaba "Le fabuleux destin d'Amelie Poulain"-¿Cuál será mi loco afán con las películas repetidas? -se dijo a si mismo.
-"Para no llorar con historias nuevas"- le respondió el narrador de la película de su vida.
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