De pronto, una a una, mis redes sociales fueron evaporandose de mi smartphone y de mi vida.
Facebook.
Twitter.
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Instagram.
Solo aplicaba con la burbujita verde, aunque también me tenía hasta los huevos.
Una noche apareció una pistola y apuntando hacia el suelo me dijo mas o menos así: "Dile adiós a Whatsapp...". Entonces, aunque al principio me dio un poco de lata, me transormé sin previo aviso en un Neoludista; y por cierto que en este momento me siento totalmente libre e independiente de la dimensión digital/virtual. Y eso es bueno.
PUNTO APARTE.
La vida me ha exhortado de una forma muy linda que comience a quererme un poco más y que intente no ser tan prejuicioso.
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