Porque anoche te metiste silencioso entre mis sábanas. Me abrazaste, me besaste. Sentí tu sexo ardiente, latente y concreto.
-Nos pertenecemos. Y no dejaremos de hacerlo.
-Ah, si. Verdad. -respondiste.
¿Pueden nuestros cuerpos desdoblarse simultáneamente? Porque cuando desperté estaba solo, sumergido en el desorden de mi habitación (y de mi mente).
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