De pronto tropiezo con una hoja de papel Roneo;
«Tu:
Ya no siento necesidad de escribirte. Ni de tenerte
Sé feliz.
Eternamente tuyo.
Freddie.»
Y hoy puedo leer esas cuatro líneas y luego sonreír.
Resulta que, cuando se es joven, se aprende demasiado.
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