Estoy en una dualidad. Hay dos deseos fervientes en mi.
Mi carne quiere seguir igual. Quiere fornicar con hombres y mujeres. Beber alcohol en exceso. Fumar hierba.
Mi espíritu quiere volverse a Dios. Depender de él. Arrepentirse. Alcanzar esa felicidad permanente.
Y mi voluntad. Mi voluntad es un péndulo que vacila entre éstas dos opciones.